A più di cinquant'anni della prima pubblicazione, "La scimmia nuda" di Desmond Morris ha ancora il potere di mettere in discussione quello che pensiamo sull'umano e sul nostro luogo nel regno animale.
Disfruté mucho leyendo "The naked ape". Más allá de ciertas imprecisiones es un buen libro, un clásico menor moderno.También leí poco después un libro de los años 70 que lo criticaba, basado en Marx y el biólogo evolucionista Pierre Teilhard de Chardin, pero creo que no fue una crítica muy atinada.
Es probable que el hombre es bastante menos agresivo que cualquiera de los simios grandes. Ahora bien, se puede asumir violencia como un atributo cultural diferente de la agresión, construido sobre la agresividad y la territorialidad. Y es batiente obvio que ningún animal, ni por asomo, tiene el poder de destructividad del hombre. Asimismo, en condiciones puntuales, históricamente excepcionales, aunque tal vez no tan excepcionales, el hombre es capaz de un grado de bestialidad contra sus semejantes que no tiene paralelo en el mundo natural. Desde la conquista del Congo por parte de la monarquía belga, hasta los lager del nazismo, el Gulag, el gran salto adelante y la revolución cultural de Mao, la guerra en Argelia, ias dictaduras del Cono Sur, la lista es interminable. En condiciones normales (e incluso dada la cantidad enorme de habitantes, mutuamente extraños, que conviven en las ciudades) los seres humanos podemos ser notablemente pacíficos. Somos capaces de sublimar la agresión, a veces a través de canales culturalmente aceptables de sublimación como la pasión de masas por el fútbol, etc. Es en las guerras y situaciones codificadas como "guerra" que la extraordinaria brutalidad y violencia de los hombres (en su doble acepción, como especie y como masculino) se pone de manifiesto. Aún así, el hombre quiere y pretende regular la barbarie, aplicar límites a la guerra, diseñar convenciones internacionales sobre las reglas de la guerra, ls protección de civiles y periodistas, el trato a los prisioneros, definir crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad, etc. En suma, el hombre quiere "humanizar" la guerra, hacerla menos brutal, acotarla a solamente los combatientes. Es una criatura que combina en su ser, simultáneamente, la barbarie y la aspiración a la rectitud moral. Steve Pinker cree que los datos sugieren que la vida moderna es muchísimo menos violenta que la de tiempos primitivos. Es posible que así sea respecto a la vida civilizada en tiempos relativamente normales. Es difícil saberlo con certeza. Pinker se basa en datos algo especulativos y posiblemente incompletos. Pero lo más importante es que no parece estar muy consciente de que la violencia infligida por lo medios puede ser infinitamente más bestial, letal y deshumanizante que la violencia de tiempos pretéritos. Las gentes antiguas eran capaces de una brutalidad inocente, más cercana a la agresividad animal.
Morris fue una moda pero inauguró la divulgación de la sociobiología. ¿Se lo puede considerar el Harari de su tiempo?
Disfruté mucho leyendo "The naked ape". Más allá de ciertas imprecisiones es un buen libro, un clásico menor moderno.También leí poco después un libro de los años 70 que lo criticaba, basado en Marx y el biólogo evolucionista Pierre Teilhard de Chardin, pero creo que no fue una crítica muy atinada.
Es probable que el hombre es bastante menos agresivo que cualquiera de los simios grandes. Ahora bien, se puede asumir violencia como un atributo cultural diferente de la agresión, construido sobre la agresividad y la territorialidad. Y es batiente obvio que ningún animal, ni por asomo, tiene el poder de destructividad del hombre. Asimismo, en condiciones puntuales, históricamente excepcionales, aunque tal vez no tan excepcionales, el hombre es capaz de un grado de bestialidad contra sus semejantes que no tiene paralelo en el mundo natural. Desde la conquista del Congo por parte de la monarquía belga, hasta los lager del nazismo, el Gulag, el gran salto adelante y la revolución cultural de Mao, la guerra en Argelia, ias dictaduras del Cono Sur, la lista es interminable. En condiciones normales (e incluso dada la cantidad enorme de habitantes, mutuamente extraños, que conviven en las ciudades) los seres humanos podemos ser notablemente pacíficos. Somos capaces de sublimar la agresión, a veces a través de canales culturalmente aceptables de sublimación como la pasión de masas por el fútbol, etc. Es en las guerras y situaciones codificadas como "guerra" que la extraordinaria brutalidad y violencia de los hombres (en su doble acepción, como especie y como masculino) se pone de manifiesto. Aún así, el hombre quiere y pretende regular la barbarie, aplicar límites a la guerra, diseñar convenciones internacionales sobre las reglas de la guerra, ls protección de civiles y periodistas, el trato a los prisioneros, definir crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad, etc. En suma, el hombre quiere "humanizar" la guerra, hacerla menos brutal, acotarla a solamente los combatientes. Es una criatura que combina en su ser, simultáneamente, la barbarie y la aspiración a la rectitud moral. Steve Pinker cree que los datos sugieren que la vida moderna es muchísimo menos violenta que la de tiempos primitivos. Es posible que así sea respecto a la vida civilizada en tiempos relativamente normales. Es difícil saberlo con certeza. Pinker se basa en datos algo especulativos y posiblemente incompletos. Pero lo más importante es que no parece estar muy consciente de que la violencia infligida por lo medios puede ser infinitamente más bestial, letal y deshumanizante que la violencia de tiempos pretéritos. Las gentes antiguas eran capaces de una brutalidad inocente, más cercana a la agresividad animal.